lunes, 31 de octubre de 2011

Julio Cortázar

Julio Cortázar

(Bruselas, 1914 - París, 1984) Escritor argentino. Hijo de padres argentinos, a los cuatro años Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en la provincia andina de Mendoza.

Tras completar sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta, su trabajo como traductor de la Unesco le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa.

Por entonces Julio Cortázar ya había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia de Jorge Luis Borges
La literatura de Cortázar parte del cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas, en obras de marcado carácter experimental, que lo convierten en uno de los mayores innovadores de la lengua y la narrativa en lengua castellana. Como en Borges, sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el referente de la realidad cotidiana, por lo que sus obras tienen siempre una deuda abierta con el surrealismo.

Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.

El instinto, el azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el mundo. Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo.

Tales propuestas alcanzaron sus más acabadas expresiones en las novelas, especialmente enRayuela, considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua castellana, y en sus cuentos, entre ellos Casa tomada o Las babas del diablo, ambos llevados al cine, y El perseguidor, cuyo protagonista evoca la figura del saxofonista negro Charlie Parker.

Muy pronto, Julio Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana, y disfrutó del reconocimiento internacional. A su sensibilidad artística sumó su preocupación social: se identificó con los pueblos marginados y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierdas.

En este sentido, su viaje a Cuba en 1962 constituyó una experiencia decisiva en su vida. Merced a su concienciación social y política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de toma de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista. Como personaje público, intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los promotores y miembros más activos del Tribunal Russell.

Como parte de este compromiso escribió numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen del general Pinochet, y Nicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura de Somoza, en el que incluye el cuento Apocalipsis en Solentiname y el poema Noticias para viajeros. Tres años antes de morir adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la argentina.



Instrucciones para llorar

por Julio Cortázar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

viernes, 28 de octubre de 2011

Susana López Malo Lezama


Tengo 23 años. Soy estudiante de Comunicación de la Ibero Puebla. Amante de los libros y las letras. Con mis cuentos busco el reconocimiento de la mirada y la magia de los niños. ¡Disfrútenlo!

Mira



Susana López Malo Lezama


Justo cuando uno cree estar totalmente convencido de algo, mira hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado, hacia el otro, quizás arriba, quizás abajo, se pierde en la mirada del otro o en sus letras y entonces, se da cuenta de que no está seguro de absolutamente nada y corre el riesgo de estar siempre equivocado.

Y fue justo así como se sintió Miranda aquel día. Estaba convencida de saberse lo suficientemente fuerte y valiente, como para salir a conquistar territorios perdidos. Miró arriba, abajo, a los lados: Nada, nadie.

Estaba segura de que no había motivos que la detuvieran, hasta que se perdió en las letras del único elemento de la casa que la miraba: un libro viejo debajo del sillón. 

Hubiera podido ignorarlo, pero no lo hizo. Así que dejó caer el pequeño bolso que con tanto miedo sostenía entre sus manitas. Rodaron un par de monedas, el reloj del abuelo, un mapa de otro país y tres galletas que parecían piedras.

Miranda se agachó y en el fallido intento de poseer aquel libro, terminó con un trozo de hoja la cual no daba nada a entender. El sobresalto la llevó a voltear hacia un lado, hacia el otro, arriba, abajo: Nada, nadie.

Furiosa amagó sacarlo, pero solo obtuvo otro trozo de papel. - ¿Qué podía hacer que aquel libro resultara tan pesado? ¿Quién lo mantenía resguardado en aquel lugar?- pensaba Miranda, mientras lamentaba el daño ocurrido. Quería poseerlo pero estaba consciente de que un intento más acabaría por deshojarlo. 

 -Te crees muy listo – murmuró, como si alguien pudiera escucharla, al tiempo  que trataba ahora de empujar el sillón, pero el viejo mueble pesaba aún más que su curiosidad.

Resignada corrió a buscar el reloj del abuelo, miró la hora, y de pronto la invadió la prisa. Metió todo de regreso en el bolso y justo cuando cruzó la puerta, algo la detuvo y la obligó a volver. Regresó enfadada, dando golpes fuertes con los pies, cruzando los brazos y haciendo pucheros, algo poco creíble a su edad le repetiría su madre en varias ocasiones.

Se deshizo de la bolsa una vez más. No estaba dispuesta a partir sin ese libro que algo de mágico debía tener.

En cuestión de segundos Miranda tenía ya medio cuerpo debajo del sillón. No podía mover el libro pero si sumergirse en sus trazos. Con la poca luz que llegaba a aquel lugar olvidado, Miranda pudo conocer los territorios perdidos que había anhelado conquistar. Con cada pasar de las hojas, descubría que realmente no sabía nada, comparado con lo que el libro le ofrecía y entonces, se perdió entre sus líneas.

En pocos minutos los padres de Miranda estaban cruzando la puerta para descubrir en el piso: las galletas horneadas hace una semana, el reloj que el abuelo juraba había guardado bajo llave, el mapa arrugado que papá tenía arrumbado en su caja: recuerdos de Sudamérica y, a su hija con medio cuerpo debajo del sillón de la sala.

-Miranda ¿Qué estas haciendo? Sal de ahí – le pidió su madre. Pero parecía que el viaje por tantos lugares la había dejado exhausta y ahora dormía. Con cariño la sacó y la cargó entre sus brazos. Papá le besó la frente y le quitó el libro que colgaba de su mano, para luego cerrarlo y buscarle un lugar en el librero.

Hoy "Viernes de Nuevos Autores" la oportunidad para contar tu cuento


Todos tenemos algo que contar en nuestra vida, en iRead te damos un espacio para que publiques tu cuento y sea leído por varias personas. ¿Qué estás esperando para enviarnos un correo con una breve biografía y tu cuento?

Contáctanos en: ireadsaladelectura@gmail.com

jueves, 27 de octubre de 2011

Homero Carvalho Oliva


Bolivia, en el año de 1957. Ha publicado entre otros libros: Biografía de un otoño, El Rey Ilusión, Seres de Palabras, Territorios invadidos y Ajuste de Cuentos. Y participa de varias antologías nacionales  como “Antología del cuento boliviano contemporáneo”, “The fatman from La Paz” e internacionales entre las que se destacan “El nuevo cuento latinoamericano”, Ediciones del norte; "Antología del cuento  latinoamericano del siglo XXI", de Julio Ortega, Editorial siglo XXI y "Se habla español", Alfaguara, que reúne a los mejores narradores iberoamericanos de la actualidad.

Ha obtenido, entre otros premios literarios, el Premio Unico Latinoamericano de Cuento, México 1981; Premio Latin American Writers Institute, 1989, New York; el Segundo Premio nacional de Cuento, 1995. 


Evolución


Homero Carvalho Oliva

Al despertar Cucaracha Brown una mañana , tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un imperfecto humano. Y esto sí que era un problema, pues, como están las cosas en nuestra sociedad , al pobre Cucaracha Brown le será muy difícil acostumbrarse a su nuevo estado. ¿Cómo se las va a arreglar , por ejemplo, para explicar que antes era una feliz cucaracha y que , por tan sencilla razón, no posee documento de identidad, licencia de conducir, cuenta bancaria, tarjetas de crédito  o algún número clave que lo identifique como persona cibernética central?. ¿ Quien le va a creer que no tenga familia , escuela, un barrio, un trabajo honrado, novia y número de teléfono?. Es fácil trasladarse de domicilio y dejar abandonadas a una o más  cucarachas en la casa anterior pero, ¿ qué hacer con un ser humano sin locura aparente o amnesia declarada, sin los años necesarios para  encerrarlo en un asilo de ancianos? 
Una cucaracha se da modos  para comer desperdicios, cualquier cosa, no dejarse pisar sin embargo no siempre sucede lo mismo con una cucaracha que se ha despertado , perfectamente convertida en ser humano con conciencia social y orgullo ciudadano; un hombre que no sabe desempeñar oficio alguno y que prefiere morirse de hambre antes que andar mendigando un mendrugo de pan. Esto que es todo un problema.

Jueves de "Tema del mes" Lo irreal


Todos los jueves en iRead son de “Tema del mes”  en este mes el tema es lo irreal. Todo aquello que en nuestra realidad jamás pasaría, es otras palabras es un tributo a la imaginación que rompe las fronteras con lo establecido en la vida. Espero que sea todos los cuentos que hemos seleccionado para los jueves te hagan salir de la cotidianidad.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Autor del Mes "Los Hermanos Grimm"


Jacob Grimm (Hanau, actual Alemania, 1785-Berlín, 1863) y Wilhelm Grimm (Hanau, 1786-Berlín, 1859). Cuentistas y filólogos alemanes. Conocidos sobre todo por sus colecciones de canciones y cuentos populares, así como por los trabajos de Jacob en la historia de la lingüística y de la filología alemanas, eran los dos hermanos mayores de un total de seis, hijos de un abogado y pastor de la Iglesia Calvinista.

Los Cuentos infantiles y del hogar fueron publicados entre 1812 y 1822, en tres volúmenes. La colección de cantos populares El cuerno maravilloso del niño, de Armin y Brentano, dieron a los hermanos Grimm la idea de preparar una colección de cuentos populares. Según propósito de los Grimm, esta obra había de ser sobre todo un monumento erigido a la literatura popular, un documento que recogiese de boca del pueblo lo poco que se había salvado de la gran producción medieval germánica y que constituía la tradición nacional que suponían perdida.

Sus fuentes principales fueron, además de los recuerdos de su propia infancia y de la de sus amigos, la gente sencilla del pueblo que ellos iban interrogando y, sobre todo, Cassel, la hija del farmacéutico Wild, que repetía las historias oídas en su infancia de boca de la "vieja María".
Al transcribir estos cuentos procuraron conservar fielmente no sólo su trama sino también el tono y las expresiones de que aquellas personas se servían, efectuando así en esta esfera una obra casi sin precedentes, porque literatos como Musäus y otros hasta entonces se habían servido de los cuentos populares como estructura para engarzar en ellos divagaciones morales o alusiones poéticas y literarias.
Sólo en una segunda época se aprovecharon también de fuentes literarias como Lutero, Hans Sachs, Moscherosch o Jung-Stilling, pero esforzándose por hallar bajo las variaciones y los embellecimientos literarios la primitiva ingenuidad de trama y de estilo (proverbios, repeticiones), guiados sobre todo por su instinto poético.
Se ha dicho que estos cuentos se han vuelto verdaderamente populares por medio del libro de los hermano Grimm. Lo cierto es que ellos supieron darles tanta frescura que pocos libros hacen revivir de inmediato la misteriosa y profunda intimidad de la naturaleza germánica, permitiendo sentirla con el espíritu con que a ella acude el pueblo alemán.
Las fábulas contienen casi siempre una verdad objetiva, una lección práctica, siempre aventajada, sin embargo, por la inspiración genuina de la poesía popular. Forman parte de esta colección de más de doscientos cuentos, entre los que figuran narraciones tan famosas como Blancanieves, La Cenicienta, Pulgarcito, Juan con suerte, Leyenda de los duendecillos, La hija del molinero, Caperucita Roja, Rabanita, En busca del miedo, Los músicos de Bremen o Barba Azul.
Aunque según la idea de sus compiladores esta obra no estaba destinada a ser un libro infantil, Goethe, apenas la hubo leído, escribió a Stein que estaba escrita "para hacer felices a los niños", y puede considerarse como un gran acontecimiento literario de principios del siglo XIX alemán, porque desde entonces se convirtió en el libro de la juventud alemana, con el cual generaciones y generaciones formaron su alma.
La obra dio lugar a una polémica de cierta importancia con Brentano y con Arnim. Los dos poetas, que habían precedido de modo muy diverso que los Grimm en su colección de cantos populares, refundiéndolos formalmente, hallaron desaliñada y pobre la redacción de estos cuentos. Ello se debió a que, mientras Arnim y Brentano no distinguían entre poesía popular y poesía artística y reconocían para una y otra los mismos derechos, los Grimm creían que la segunda no podía sino esforzarse (aunque siempre inútilmente) por parecerse a la primera, la cual, representada por las grandes epopeyas o por los cuentecitos, era infinitamente superior y estaba dotada de una fuerza poética metafísica anterior a la misma humanidad.



La Bella Durmiente


Los Hermanos Grimm

Hace ya mucho tiempo vivían un Rey y una Reina que cada día exclamaban: “¡Qué felicidad si tuviéramos una hijita!”; pero pasaron años desde su casamiento sin que tuvieran hija ni hijo.

Sucedió cierto día que, mientras la Reina se estaba bañando, una rana verde saltó del agua a la tierra y le dijo:

--Tus deseos van a ser cumplidos; antes de un año traerás una hijita al mundo.

Las palabras de la rana se cumplieron, a poco. La Reina tuvo una niña tan hermosa, que el Rey no podía contener su alegría y quiso celebrar el bautizo con una gran fiesta. Invitó, no sólo a los reyes de otros países, a los amigos, nobles y conocidos, sino también a las hadas, a fin de disponerlas favorablemente para el porvenir de la niña. Las hadas de aquel reino eran trece, pero como el Rey sólo poseía doce platos de oro y quería ponerles a todas cubiertos iguales, pues las hadas son muy susceptibles, no invitó más que a doce al banquete.

El bautizo fue verdaderamente espléndido y, a los postres del banquete, las hadas presentaron sus regalos a la recién nacida. Una le dio la virtud, otra la belleza, una tercera la riqueza y , así sucesivamente, le obsequiaron todo aquello que en el mundo pueda desearse.
Cuando once de las hadas habían ya concedido su don, apareció súbitamente en palacio la decimotercera. Quería vengarse por no haber sido invitada a la fiesta y sin saludar a nadie, ni siquiera mirar a sus compañeras, dijo con ronca voz:

--La Princesa se pinchará con una rueca al cumplir los quince años y quedará muerta.

Y, sin decir una palabra más, dio media vuelta y dejó el salón. Todos los presentes sintieron gran terror, más he aquí que la doceava hada, que todavía no había hablado, se adelantó. No podía cambiar el destino fijado por su predecesora, pero sí modificarlo y así, dijo con dulce voz:

--La Princesita no caerá muerta, sino profundamente dormida en un sueño que durará cien años.

El Rey se apresuró a tomar todas las precauciones para salvar a su querida hija de la desgracia, y lo primero que hizo fue ordenar que se quemaran todas las ruecas del país.
Transcurrido el tiempo fijado, las predicciones de las hadas se cumplieron. La Princesita creció tan hermosa, modesta, amable e inteligente, que nadie podía verla sin amarla. Mas he aquí que, cierto día, hallándose fuera de palacio el Rey y la Reina, y cuando la Princesita había cumplido los quince años, se quedó sola y quiso conocer todos los rincones del castillo. Subió por una estrecha escalera escondida, y llegó a una puertecita que nunca había visto. Una llave mohosa estaba puesta en la cerradura; la Princesita la hizo girar y la puerta se abrió. En una habitación diminuta, una viejecita, con un huso en la mano, hilaba apresuradamente un copo blanco como la nieve.

--Buenos días, buena mujer –dijo la Princesa--. ¿Qué es lo que estáis haciendo?
--Estoy hilando –dijo la vieja moviendo la cabeza a compás.
--¿Qué es ese objeto tan bonita, cuyas ruedas giran tan alegremente? –preguntó la Princesa.

Y tomando la rueca quiso a su vez hilar.

Pero, apenas había tocado la rueca, cuando el destino se cumplió y el dedo de la Princesita fue pinchado por el huso. Apenas eso sucedió, cuando cayó sobre el lecho que estaba allí cerca, y quedó dormida con un profundo sueño que pronto se esparció por todo el castillo.

El Rey y la Reina, que acababan de llegar y estaban en el vestíbulo de palacio, se quedaron allí mismo dormidos, y, con ellos, todos los cortesanos. Los caballos se durmieron en el establo, los perros en el patio, las palomas en el palomar, las moscas en la pared. Y hasta la llama del fuego de la chimenea, se quedó dormida, y en la cocina el fuego también dejó a medio asar los manjares. El concierto, que en aquel momento levantaba el brazo para pegarle al marmitón, que le había hecho una jugarreta, se quedó dormido con el brazo en alto. También el viento se detuvo y en los árboles que rodeaban el castillo, no se movió una hoja.

El castillo estaba rodeado de un seto de rosales silvestres cada año las rosas crecían y se enredaban por el seto arriba, siempre más y más altas, hasta que, al fin, rodearon el castillo de tal modo que taparon el edificio, desde el suelo hasta el tejado.

En el país fue formándose la leyenda de la Bella Durmiente, de Rosa Silvestre, que así se llamaba la hija del Rey. Y, cuando hubo pasado mucho tiempo, muchos Príncipes trataron de atravesar el seto de rosas, hasta entrar al castillo. Pero tuvieron que retroceder, a causa de los espinos de las rosas que eran tan espesos, que les herían las manos y el rostro y les sujetaban tan fuertemente, que no podían escapar, y allí morían.

Pasados muchos, muchos años aún, un Príncipe extranjero llegó al país y oyó relatar a un viejecito la leyenda del castillo encerrado en el seto de rosas silvestres y en el cual la doncella más hermosa del mundo, llamada también Rosa Silvestre, dormía desde hacía cien años, así como el Rey, la Reina y los cortesanos.

Supo también el joven, por el relato del anciano, que muchos Príncipes habían pretendido atravesar la muralla de rosas, pero que habían perecido tristemente, presos entre las espinas. Entonces el joven Príncipe dijo:

--Yo no temo a las espinas. Estoy decidido a ir y contemplar a la Princesa Rosa Silvestre.

El anciano hizo cuanto pudo para disuadirle, mas el Príncipe no quiso escuchar sus palabras.

A todo esto habían transcurrido los cien años justos fijados por el Hada doceava y había llegado el día en que Bella Rosa debía despertar. Cuando el Príncipe se aproximó a la muralla, ésta estaba enteramente florida, cubierta de grandes flores fragantes, que, al acercarse él, lo dejaban pasar, y luego volvían a cerrarse.

En el patio y en las cuadras, pudo ver a los caballos y a los perros todavía dormidos; en el tejado dormían las palomas con la cabeza bajo el ala; y, cuando entró en el palacio. Las moscas en las paredes dormían también, lo mismo que el Rey y la Reina, cerca del trono. En la cocina seguía el cocinero con la mano levantada como para sacudir al marmitón y la cocinera tenía un ave en su regazo, y se disponía a desplumarla.

Siguió andando, en un ambiente tan quieto, que el joven podía escuchar su propia respiración. Al fin llegó a la escalerilla de la torre, la subió y abrió la puerta de la habitación diminuta en que Bella Rosa se había dormido. Allí seguía la Princesa tendida sobre el lecho, y tan hermosa, que el Príncipe no podía apartar de ella sus ojos; casi inconscientemente se inclinó y la besó. Apenas la había tocado sus labios, cuando Bella Rosa abrió los ojos y lo miró cariñosamente. Después, dándose las manos, bajaron a los salones del palacio y el Rey se despertó, lo mismo que la Reina y todos los cortesanos, que se miraban unos a otros con atónita mirada. Los caballos en el establo se pusieron en pie y relincharon alegremente; los perros empezaron a brincar, meneando la cola las palomas, en el tejado, levantaron las cabezas de bajo las alas, miraron en torno y volaron hacia los campos; las moscas también se echaron a volar y el fuego, en la chimenea como en la cocina, levantó sus llamas. Las marmitas comenzaron a hervir y el cocinero dejó caer la mano sobre el marmitón, que dio un estridente chillido, mientras  la cocinera acababa de desplumar el gallo. De allí a poco, se celebró la boda del Príncipe con Rosa Silvestre; hubo una fiesta magnífica; y el Rey y la Reina, el Príncipe y la Princesa vivieron felices, hasta que murieron.

martes, 25 de octubre de 2011

Horacio Quiroga


(Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937) Narrador uruguayo radicado en Argentina, considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos. Su obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.
Las tragedias marcaron la vida del escritor: su padre murió en un accidente de caza, y su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando.
La vida de Quiroga, culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad, tras enterarse de que padecía de cáncer de próstata


Hombre muerto

por

Horacio Quiroga

El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla. Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.

Ya estaba tendido en la gramilla, acostado sobre el lado derecho, tal como él quería. La boca, que acababa de abrírsele en toda su extensión, acababa también de cerrarse. Estaba como hubiera deseado estar, las rodillas dobladas y la mano izquierda sobre el pecho. Sólo que tras el antebrazo, e inmediatamente por debajo del cinto, surgían de su camisa el puño y la mitad de la hoja del machete, pero el resto no se veía.

El hombre intentó mover la cabeza en vano. Echó una mirada de reojo a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquirió fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de llegar al término de su existencia. La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro. Pero entre el instante actual y esa postrera expiración, ¡qué de sueños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos en nuestra vida! ¡Qué nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano! Es éste el consuelo, el placer y la razón de nuestras divagaciones mortuorias: ¡Tan lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que debemos vivir aún! ¿Aún...?

No han pasado dos segundos: el sol está exactamente a la misma altura; las sombras no han avanzado un milímetro. Bruscamente, acaban de resolverse para el hombre tendido las divagaciones a largo plazo: se está muriendo. Muerto. Puede considerarse muerto en su cómoda postura. Pero el hombre abre los ojos y mira. ¿Qué tiempo ha pasado? ¿Qué cataclismo ha sobrevivido en el mundo? ¿Qué trastorno de la naturaleza trasuda el horrible acontecimiento?

Va a morir. Fría, fatal e ineludiblemente, va a morir.
El hombre resiste -¡es tan imprevisto ese horror!- y piensa: es una pesadilla; ¡esto es! ¿Qué ha cambiado? Nada. Y mira: ¿no es acaso ese el bananal? ¿No viene todas las mañanas a limpiarlo? ¿Quién lo conoce como él? Ve perfectamente el bananal, muy raleado, y las anchas hojas desnudas al sol. Allí están, muy cerca, deshilachadas por el viento. Pero ahora no se mueven... Es la calma del mediodía; pero deben ser las doce. Por entre los bananos, allá arriba, el hombre ve desde el duro suelo el techo rojo de su casa. A la izquierda entrevé el monte y la capuera de canelas. No alcanza a ver más, pero sabe muy bien que a sus espaldas está el camino al puerto nuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo, yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago. Todo, todo exactamente como siempre; el sol de fuego, el aire vibrante y solitario, los bananos inmóviles, el alambrado de postes muy gruesos y altos que pronto tendrá que cambiar...

¡Muerto! ¿pero es posible? ¿no es éste uno de los tantos días en que ha salido al amanecer de su casa con el machete en la mano? ¿No está allí mismo con el machete en la mano? ¿No está allí mismo, a cuatro metros de él, su caballo, su malacara, oliendo parsimoniosamente el alambre de púa? ¡Pero sí! Alguien silba. No puede ver, porque está de espaldas al camino; mas siente resonar en el puentecito los pasos del caballo... Es el muchacho que pasa todas las mañanas hacia el puerto nuevo, a las once y media. Y siempre silbando... Desde el poste descascarado que toca casi con las botas, hasta el cerco vivo de monte que separa el bananal del camino, hay quince metros largos. Lo sabe perfectamente bien, porque él mismo, al levantar el alambrado, midió la distancia.
¿Qué pasa, entonces? ¿Es ése o no un natural mediodía de los tantos en Misiones, en su monte, en su potrero, en el bananal ralo? ¡Sin duda! Gramilla corta, conos de hormigas, silencio, sol a plomo... Nada, nada ha cambiado. Sólo él es distinto. Desde hace dos minutos su persona, su personalidad viviente, nada tiene ya que ver ni con el potrero, que formó él mismo a azada, durante cinco meses consecutivos, ni con el bananal, obras de sus solas manos. Ni con su familia. Ha sido arrancado bruscamente, naturalmente, por obra de una cáscara lustrosa y un machete en el vientre. Hace dos minutos: Se muere.
El hombre muy fatigado y tendido en la gramilla sobre el costado derecho, se resiste siempre a admitir un fenómeno de esa trascendencia, ante el aspecto normal y monótono de cuanto mira. Sabe bien la hora: las once y media... El muchacho de todos los días acaba de pasar el puente.
¡Pero no es posible que haya resbalado...! El mango de su machete (pronto deberá cambiarlo por otro; tiene ya poco vuelo) estaba perfectamente oprimido entre su mano izquierda y el alambre de púa. Tras diez años de bosque, él sabe muy bien cómo se maneja un machete de monte. Está solamente muy fatigado del trabajo de esa mañana, y descansa un rato como de costumbre. ¿La prueba...? ¡Pero esa gramilla que entra ahora por la comisura de su boca la plantó él mismo en panes de tierra distantes un metro uno de otro! ¡Ya ése es su bananal; y ése es su malacara, resoplando cauteloso ante las púas del alambre! Lo ve perfectamente; sabe que no se atreve a doblar la esquina del alambrado, porque él está echado casi al pie del poste. Lo distingue muy bien; y ve los hilos oscuros de sudor que arrancan de la cruz y del anca. El sol cae a plomo, y la calma es muy grande, pues ni un fleco de los bananos se mueve. Todos los días, como ése, ha visto las mismas cosas.
...Muy fatigado, pero descansa solo. Deben de haber pasado ya varios minutos... Y a las doce menos cuarto, desde allá arriba, desde el chalet de techo rojo, se desprenderán hacia el bananal su mujer y sus dos hijos, a buscarlo para almorzar. Oye siempre, antes que las demás, la voz de su chico menor que quiere soltarse de la mano de su madre: ¡Piapiá! ¡Piapiá!
¿No es eso...? ¡Claro, oye! Ya es la hora. Oye efectivamente la voz de su hijo... ¡Qué pesadilla...! ¡Pero es uno de los tantos días, trivial como todos, claro está! Luz excesiva, sombras amarillentas, calor silencioso de horno sobre la carne, que hace sudar al malacara inmóvil ante el bananal prohibido.
...Muy cansado, mucho, pero nada más. ¡Cuántas veces, a mediodía como ahora, ha cruzado volviendo a casa ese potrero, que era capuera cuando él llegó, y antes había sido monte virgen! Volvía entonces, muy fatigado también, con su machete pendiente de la mano izquierda, a lentos pasos. Puede aún alejarse con la mente, si quiere; puede si quiere abandonar un instante su cuerpo y ver desde el tejamar por él construido, el trivial paisaje de siempre: el pedregullo volcánico con gramas rígidas; el bananal y su arena roja: el alambrado empequeñecido en la pendiente, que se acoda hacia el camino. Y más lejos aún ver el potrero, obra sola de sus manos. Y al pie de un poste descascarado, echado sobre el costado derecho y las piernas recogidas, exactamente como todos los días, puede verse a él mismo, como un pequeño bulto asoleado sobre la gramilla -descansando, porque está muy cansado.

Pero el caballo rayado de sudor, e inmóvil de cautela ante el esquinado del alambrado, ve también al hombre en el suelo y no se atreve a costear el bananal como desearía. Ante las voces que ya están próximas -¡Piapiá!- vuelve un largo, largo rato las orejas inmóviles al bulto: y tranquilizado al fin, se decide a pasar entre el poste y el hombre tendido que ya ha descansado.

lunes, 24 de octubre de 2011

Armando Vega-Gil


Nacido a finales del milenio pasado Armando Vega-Gil es fundador de una de las bandas emblemáticas del rock mexicano contemporáneo, Botellita de Jerez, Cortometrajista, antropólogo, performancero, argumentista de la serie de television el Güiri-Güiri, catedrático y promotor de talleres de escritura, escalador de montañas nevadas, buzo de aguas dulces y saladas, trotamundos y trovador de versa.

Ha publicado libros de poesía, cuento y sátira.




Fuera del cuadro


Un segundo antes del suicidio, vio proyectada en su cabeza la película de su vida; pero como era tan aburrida, cayó dormido antes de que terminara la función.
Cuando despertó, fue demasiado tarde.

A leer se a dicho


Por fin llegó el día que estábamos esperando, te damos nuevamente la bienvenida a iRead Sala de lectura. Esperamos que los cuentos que día con día publicamos sean de tu agrado.

Sí pudiste leer esto, puedes leer un cuento.

Atte. iRead Sala de Lectura

domingo, 9 de octubre de 2011

¡Bienvenido a iRead sala de lectura!


iRead es una sala de lectura virtual en donde se publican diferente tipos de cuentos cortos de lunes a viernes; con la finalidad de favorecer el incremento en el hábito de la lectura y promover nuevos talentos que aporten aspectos positivos al desarrollo de la misma. Esto mediante el uso de Facebook y Twitter.

Al ser estudiantes de Comunicación, sentimos la necesidad de aportar algo a la sociedad.En México según estadísticas de la OCDE y la UNESCO nuestro país ocupa “el lugar número 107 en hábitos de lectura de una lista de 108 países."

En este blog podrás leer y/o descargar todos los cuentos que publicamos a lo largo de la semana. La dinámica es la siguiente: Cada cuento se fragmentará para leerlo poco a poco a lo largo del día en tu muro de Facebook y/o en tu timeline de Twitter hasta concluir la historia.
Además, cada día tiene una temática diferente: 
Los Lunes son de “San Lunes” cuentos cortos y divertidos
Los Martes de “Tutti Frutti” temas y autores variados 
Miércoles “Tema del mes” cada período cuenta con una temática (amor, venganza, muerte, odio, etc)
Los Jueves “Autor del mes” un pequeño tributo a l@s escritor@s reconociendo su trabajo
Por último pero no menos importante, el Viernes de “Nuevos Autores” dónde publicamos los cuentos que hayan sido escritos por ustedes.

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Cualquier duda, sugerencia, comentario o propuesta para publicar tu cuento mándanos un mail a: ireadsaladelectura@gmail.com

¡Nuevamente bienvenido y a disfrutar la lectura!



NOTA:

Es importante mencionar que iRead se considera una sala de lectura virtual porque respeta los Derechos de Autor y, al mismo tiempo difunde diversos cuentos con la finalidad de fomentar el hábito a la lectura. Por esta razón citamos la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, el cual define el término de “Sala de lectura” como: “Espacios alternos a las escuelas y bibliotecas, coordinadas por voluntarios de la sociedad civil, donde la comunidad tiene acceso gratuito al libro y otros materiales impresos, así como diversas actividades encaminadas al fomento a la lectura.”