Por: Augusto Monterroso
En la casa de un rico mercader de Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de máquinas, vivía no hace mucho tiempo había un Perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en un ser humano , y trabajar con ahínco en esto.
Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad sobre dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de de ser un hombre, excepto or el hecho de que no mordía, no movía la cola cuando encontraba a algún coocido, daba res vuelas antes de acostarse, salivaba cunado oía las campanas de la iglesia y por las noches se subía a una barda a germir viendo a la luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario