lunes, 7 de noviembre de 2011

Cuento inverso de hadas


Por Wilfredo Machado

Después de escuchar tan triste historia, la princesa besó apasionadamente al sapo en sus labios fríos y viscosos. Al finalizar el sapo seguía siendo el mismo, pero a su lado una sombra verde croaba con un ruido semejante al llanto. El sapo se encogió de hombros y se lanzó al estanque.

-Todas las princesas son iguales- pensó.

Detrás quedaba la rana croando en el silencio de la noche bajo las hojas húmedas del estanque y la luna que se adelgazaba en la superficie pulida del agua. Definitivamente éste no era un cuento de hadas, y ella no sabía qué hacía allí; desnuda y solitaria bajo las grandes constelaciones de la noche. De vez en cuando sacaba la lengua y atrapaba un insecto que el viento arrastraba desde el otro lado del estanque, porque al fin y al cabo la idea tampoco era morirse de hambre.

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