viernes, 4 de noviembre de 2011

Viaje a la luna

 por Katalina Ramírez


Me subo en la barca que me llevará a través de los mares del universo. A mi lado, una pequeña niña cabalga un caballo de descomunales proporciones, que nos abre paso. En la barca viajamos cinco, tal vez seis pasajeros.

El agua, como témpano, se derrite en los cascos del gran caballo. El glacial paisaje, de gélido horizonte, no puede entrar en la categoría del tiempo: bien pudo haber transcurrido un año, un segundo o pude solo haberlo imaginado.

Llegamos al fin al destino tan esperado: la luna. Me hundo en sus cráteres y reboto incansablemente. Descubro que la luna no está hecha de queso, sino de una sustancia gelatinosamente sólida, similar a la plastilina o a la goma de mascar.

Oigo ruidos lejanos, que se adhieren a mis oídos. Reconozco una voz familiar, es mi madre llamando a desayunar.  

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